En pleno corazón de la fértil campiña menorquina se encuentra esta singular propiedad rústica, formada por dos fincas registrales que se transmiten en conjunto como una única finca. Unos 25.000 m2. Antaño una próspera explotación frutícola y todavía hoy hogar de más de 1.600 árboles —cítricos, nísperos, ciruelos, manzanos, perales y albaricoqueros—, el aire aquí se impregna del aroma de los azahares y de la promesa de abundantes cosechas. El conjunto dispone de un completo sistema tradicional de riego: tres cisternas, una noria, varios pozos, estanques y balsas, que garantizan el suministro de agua durante todo el año —un auténtico tesoro para cualquier proyecto agrícola. En el corazón de la finca se alza la casa principal de 227 m², un edificio con hondas raíces históricas. Perteneció a una familia clerical y llegó a albergar su propia capilla privada. Aunque requiere restauración, conserva elementos arquitectónicos originales que narran su pasado y ofrecen un sinfín de posibilidades para una rehabilitación respetuosa. A ello se suman varias edificaciones agrícolas adicionales (150 m²), perfectas como almacén o para nuevos usos. Parte de la propiedad limita con el torrente del barranco de Cala'n Porter, reconocido valle frutícola y uno de los paisajes ecológicos más apreciados de la isla. No se trata solo de una finca, sino de un auténtico legado vivo que reúne: Una explotación agrícola plenamente equipada para continuar con la producción frutícola. Un proyecto histórico de restauración con potencial para convertirse en un hogar de carácter único, cargado de patrimonio y rodeado de naturaleza. Un lugar donde historia, paisaje y sueños de futuro convergen.