En La Llagosta, a un salto de la estación, en una zona tranquila, bien conectada y con todo a mano, para poder desplazarte a Barcelona sin pagar los precios de la Ciudad Condal.
La finca tiene ascensor (porque las bolsas del súper no suben solas) y el piso te lo pone fácil desde que entras:
Tres habitaciones bien distribuidas —dos dobles para descansar de verdad y una individual que se adapta a lo que necesites—, cocina independiente con espacio para cocinar sin invadir el salón, baño completo y un comedor con aire acondicionado para que los veranos no te fundan el ánimo.
¿Y el balcón? Ese pequeño lujo donde cabe desde el desayuno tranquilo hasta la charla al fresco.
Acabados de madera que dan calidez sin pasarse de cursi, suelos de gres para el trote diario, y ventanas de aluminio que aíslan sin pedir mantenimiento.
Es ese tipo de piso que lo tiene todo sin hacer ruido.
Bien situado, práctico, cómodo y listo para entrar a vivir.