Hay casas donde se duerme y hay casas donde se vive. Y esta, amigo mío, se vive. Se disfruta. Se respira. Cuatro habitaciones que gritan: “aquí cabes tú, tus ideas y tus ganas de espacio”. Una cocina donde el café se toma con calma y los domingos huelen a tostadas. Y el baño... Práctico, limpio, funcional. Sin lujos, pero sin peros. Justo lo que necesitas para el día a día, sin dramas y sin agobios. Y ojo al patio. Es ese lugar donde entra la luz a raudales, donde puedes montar tu rincón chill, una zona de juegos o una zona de barbacoa. Para leer, tender la ropa sin jugar al Tetris, o montar una cena sencilla con amigos que se alargue hasta que a alguien le entre la risa floja. Está en Mollet, en una zona tan bien conectada que si pestañeas ya estás en Barcelona. Sales y en cinco minutos estás en el tren muy bien comunicado. No hay carreras, no hay tráfico, no hay excusas. Estás bien conectado, pero sin el ruido de estar en el centro del caos. Esta casa no es solo para mudarse, es para quedarse. Para estar a gusto, con metros para respirar y sin renunciar a nada.