En lo alto de El Benitachell, se alza esta joya de 190 m² sobre una parcela de 797 m², donde la luz y el horizonte se funden en un mismo paisaje.
Al cruzar sus puertas, la casa se ilumina con una claridad natural que acaricia cada rincón. La planta principal alberga tres dormitorios, entre ellos una suite principal con baño privado, además de un baño familiar de generosas dimensiones. La naya acristalada, con sus vigas de madera y techos altos, envuelve en un ambiente de calidez y serenidad.
Una escalera conduce a la planta baja, donde otra naya acristalada abre paso al jardín y la piscina, regalando una panorámica que invita a soñar. Aquí, un amplio salón diáfano y una cocina equipada se combinan con el encanto del entorno.
La villa, llena de carácter y personalidad, ofrece la oportunidad de renovarse y convertirse en un refugio totalmente a medida.
El jardín, diseñado en niveles, combina vegetación madura y piedra natural, creando un rincón mediterráneo único donde el tiempo parece detenerse.